CASA EN LA ALBERCA
Tipo
Arquitectura (reforma)
Localización
La Alberca (Murcia)
Superficie
110 m2
Estado
Construido



Encontramos una casa llena de espacios confusos, partidos y recargados de formas y colores.
Necesita respirar, así que la liberamos de tabiques y techos, y pigmentos, descubriendo sus pilares de ladrillo viejo, empresillados de metal. Le damos tiempo para repensarse, ordenarse de forma que el espacio fluya. El dormitorio se desplaza al otro extremo de la casa para que el salón, el comedor y la cocina formen un mismo espacio abierto, diáfano, amplio. Levantamos un único tabique para independizar el dormitorio y el baño y lo forramos de armarios panelados blancos, neutros. Hacemos lo mismo con el muro de fachada, integrando el almacenaje en los muros blancos, haciéndolo desaparecer.




Sin embargo, a ese espacio blanco, neutro, le falta textura. Entonces, el microcemento lo inunda, fraguando en el suelo radiante, dejando la huella de sus aguas. En el centro del espacio de día, en torno al pilar empresillado, emerge del pavimento un mueble bajo del mismo microcemento, que ordena los espacios y acoge la chimenea y el televisor. En la cocina, el baño y el dormitorio aparecen otros más, de la misma materialidad de microcemento. El microcemento desborda también por las escaleras, fraguando en escalones y paredes, como si de una cueva se tratara.




No obstante, el microcemento necesita un contrapunto de calidez, que transforme lo industrial en artesanal. Entonces llega la madera maciza, quemada, para materializar puertas, baldas y cajones de los muebles. Construye también la mesa y el banco corrido del comedor, fijado al muro de microcemento, y la celosía de listones que lo separa de la escalera, y el rellano y huellas de la misma, sobre la base de microcemento. Y conforma puertas rescatadas, antiguas, decapadas, que cierran la alhacena, el baño y el dormitorio, plegándose a un lado y otro para abrirlo de par en par al salón, conformando un único espacio abierto, continuo como el microcemento que lo pavimenta. La madera rasga también el blanco del techo con traviesas de tren recuperadas, que simulan sujetarlo, y el metal se pinta de un óxido de color cercano a ella, integrándose.




La casa podría haberse llamado “Casa de blanco, gris y ocre”, o “Casa de microcemento, óxido y madera”, pero ha terminado llamándose como siempre la hemos llamado: Casa en La Alberca.



